En la actualidad sentimos miedos por cómo criar a los niños sin mal educarlos, en especial al imponer prohibiciones y castigos o a demostrar la autoridad en casa. Intentamos aplicar límites en cada acción que tengamos con los pequeños, pero al crecer bajo la exigencia de nuestros padres intentamos ser más tolerantes y liberales con nuestros hijos, sin medir las consecuencias de lo que esto puede llegar a provocar.
Como madres de familia o educadoras, estamos expuestas a pasar por berrinches o rabietas de los niños, ya sea por hambre, sueño o alguna inquietud por la que estén pasando. Tal vez estemos tan acostumbradas a pasar por esto que es fácil pensar que podemos controlarlo, pero, ¿No sería más fácil poder evitar llegar a esta posición?
A los niños no los podemos dejar tomar sus decisiones siguiendo sus propios impulsos, no tienen la madurez suficiente, no poseen el capital mental necesario para poder influir de manera directa en decisiones en su propio beneficio, y al dejar que se hagan cargo de ellos mismos podemos criar a un niño “dictador”.
En edades muy tempranas y hasta finales de la adolescencia, es esencial acudir al “no” en muchas decisiones o peticiones de nuestros hijos, y es preciso utilizar el castigo teniendo presente que siempre tendrán una consecuencia a cada acción.
El tema de los límites es muy cuestionable, pues la línea es muy delgada entre lo que es sano y lo que no lo es. Cuando los límites son bien marcados, los niños se sienten más seguros, cuidados y valorados, ya que es enseñarles y permitirles desarrollar la capacidad de ajustarse inteligentemente a las normas.
Para poner límites de una manera correcta hay que querer hacerlo y saber cómo hacerlo. Al poner límites hay que tener en mente que el círculo familiar del niño debe ser cálido, confiable, respetuoso, y mostrar siempre con el ejemplo aquello que queremos que aprendan.
En otros aspectos, poner límites no significa que vamos a reaccionar negativamente en todas las acciones que hagan o estar enojados al momento de retroalimentar, al contrario, hay que mostrarnos convencidos para reflejar la confianza, enseñar y hacer respetar las reglas.
Para lograr aplicar los límites de una manera sana, Mi Libro Mágico te recomienda seguir estos tips básicos:
1.- Acude al “No”: El ser demasiado permisivos y decir “sí” a todo es mostrar que el niño puede tener alcance a todo lo que desee sin dar algo a cambio. El ¨NO¨, no siempre es una mala respuesta, así como también en algunas ocasiones podemos utilizar el “sí” de una forma condicional (sí, pero).
2.- Ser objetivo y cumplir con los castigos: Los castigos tienen efectos positivos y negativos, al dar un castigo incoherente o precoz y no cumplirlo es dar un paso atrás con la autoridad que estamos reflejando, los niños aprenden rápido y fácilmente pueden dejar de creer en ti.
3.- Ser claro: Explica de manera clara y especifica las instrucciones de lo que esperas de tus hijos, esto los ayudará a actuar de una manera más consciente.
4.- Actúa y deja los discursos: Siempre tendrá mejor resultado enseñar con el ejemplo, pues los niños aprenden mejor por imitación, el dar discursos a cada acción negativa será poco efectivo, pues carecen de sentido común.
5.- Formula los límites de manera positiva: Siempre hay que informar lo que se debe hacer y no lo que no se debe hacer, al igual que al realizar la retroalimentación, destaca las acciones positivas y no las negativas.
Los efectos de poner límites en nuestros hijos son en gran escala positivos, pues les ayuda a que aprendan a pensar, desarrollar y madurar su conciencia sobre lo que está bien y lo que está mal y aprender a autorregularse. Recuerda siempre actuar de una manera firme y coherente y mostrar siempre confianza en tus pequeños.