A lo largo del tiempo han existido diversos métodos para la enseñanza de la lectura y la escritura que poco a poco han evolucionado para acoplarse a nuestro contexto actual.
A finales del siglo XIX se observaron y estudiaron diferentes métodos y estrategias pedagógicas de influencia extranjera. Dos de los métodos aplicados con mayor resultado y aceptación por los docentes, son el Método Rébsamen y el Método Onomatopéyico. Los cuales tuvieron gran difusión y uso, impactando gradualmente en los resultados de los aprendices de la lectoescritura por su gran crecimiento pedagógico y su negación a la frase de “La letra con sangre entra”.
Enrique Rébsamen afirmaba que la educación se tenía que presentar como un manjar delicioso del cual todos quieran tomar.
Por un lado, el método de Enrique Rébsamen, suizo radicado en México, se basa en la estrategia analítica-sintética y bajo la influencia del Alemán Vogel inició la enseñanza de 50 palabras bisilábicas que representan ideas claras y representativas para el niño.
El procedimiento de este método se divide en cuatro etapas:
- Ejercicios preparatorios para ejercitar y reforzar las habilidades motrices.
- Conocimiento de las vocales y la escritura y lectura de las letras minúsculas.
- Conocimiento de la escritura y lectura de las letras mayúsculas, y para finalizar.
- Adapta todos esos conocimientos para pasar a la lectura completa de las palabras enseñadas.
El método Rébsamen se estableció como obligatorio en las escuelas de México desde la aparición del primer manual para la lectura y escritura en 1898, hasta su cercano desplazamiento por el Método Onomatopéyico de Gregorio Torres Quintero, el cual hizo su primera aparición en 1904.
El aspecto básico de este método es el uso de la onomatopeya, que se refiere a la imitación lingüística o representación de un sonido natural. Este método, a pesar de ser muy cuestionado durante sus comienzos, los resultados superaron a muchos métodos utilizados para la enseñanza de la lectoescritura, por la facilidad y rapidez con que aprenden los niños.
El uso de la onomatopeya es para la enseñanza de un método innovador, práctico para el profesor, y de utilidad para el alumno, pues permite a los pequeños entrar al mundo de las letras con la visualización de sonidos propios de su ambiente, y por simple asociación de ideas, en corto tiempo, se aprende a comprender lo escrito y a escribir lo deseado.
La notable diferencia entre los dos métodos es su procedimiento, para el método Rébsamen el aprendizaje parte de la palabra para llegar a la letra y el método Onomatopéyico parte de la letra para llegar a la palabra.
Para Mi Libro Mágico el proceso de enseñanza-aprendizaje en lectoescritura es de gran relevancia y es por esa razón que se enfoca a un método ecléctico adaptándose a cualquier método que el docente prefiera.
Por ejemplo, utilizando el método Rébsamen para las palabras bisilábicas como mamá, papá, gato, vaca, etcétera, o el método onomatopéyico para enseñar las vocales, y enseguida de las letras de sonido fuerte como la S, T, J, R, C.